Los triángulos amorosos han sido el día a día del guionista avispado desde que Hollywood aprendió que tres corazones en conflicto venden más entradas que dos. Ya sean melodramas de la época dorada, comedias románticas ochenteras o épicas catastróficas, la tensión en hipotenusa de personas que no saben muy bien lo que quieren ha parido muchas de las historias más ardientes y tristes del séptimo arte. La duda entre lo que nos conviene y quien nos sube la bilirrubina nos es conocida, y por eso las seguimos viendo, así que en JustWatch te ofrecemos una selección de los conflictos más recordados de la gran pantalla.
1. Casablanca (1942)
Cuenta la leyenda que Michael Curtiz no sabía muy bien qué estaba haciendo, pero le salió el triángulo amoroso que todos los demás intentan imitar desde hace ochenta años. Rick Blaine debe decidir entre recuperar al amor que le partió el corazón en París, o hacer lo que toca por la causa antinazi. Suena simple, pero no lo es ni de lejos. Casablanca funciona porque, más allá de las fuerzas de Hitler, no hay villanos claros. Víctor Laszlo no es el marido celoso de turno; es un héroe de la resistencia que no merece un abandono gratuito, Ilsa no es una mujer caprichosa, y Rick... es Humphrey Bogart, o el duro que sabe hacer lo correcto cuando el mundo se está desmoronando.
2. Jules y Jim (1962)
Una historia de amor contada durante décadas, desde antes de la Primera Guerra Mundial hasta los años treinta, centrada en Catherine, la mujer interpretada por Jeanne Moreau que cambia la amistad entre Jules y Jim para siempre. No es la típica femme fatale, sino alguien que vive según sus propias reglas, de una forma que trae consecuencias para los que la rodean. François Truffaut no creía en buenos ni malos, por ello no da una resolución clara, aborda Jules y Jim como un documental sobre sus propios amigos, con la espontaneidad de la Nouvelle Vague a través del primer plano, con cámara en mano y elipsis que no juzgan ni intentan dar lecciones morales sobre las relaciones.
3. Doctor Zhivago (1965)
Yuri Zhivago se debate entre el amor de su esposa Tonya y el de Lara en medio de la Revolución Rusa, con Omar Sharif como el poeta dividido entre el deber familiar y la pasión que todos podríamos sentir por la imponente Julie Christie, que se contrapone a una Geraldine Chaplin que queda lejos de ser la típica esposa sufrida. David Lean transformó la novela de Pasternak en una superproducción con paisajes rusos grandiosos, con besos furtivos en la estepa nevada que acercan la historia de Doctor Zhivago a la épica de una tragedia clásica.
4. El graduado (1967)
El Benjamin de Dustin Hoffman no podía evitar liarse con la señora Robinson, pero la cosa complica cuando se enamora de su hija. Sobre el papel, El graduado suena a la típica comedia de enredo, pero Mike Nichols la rodó como si fuera un thriller psicológico. Es uno de los triángulos más incómodos del cine, con Anne Bancroft superando el cliché de la mujer mayor que seduce a un joven inocente, siendo también una víctima; manipuladora, pero vulnerable. Todo dentro de opresivas casas de clase media alta que se convierten en trampas, y con una banda sonora de Simon & Garfunkel tan recordada como melancólica, que redondea el cine sin moraleja clara que el director había ensayado el año antes en ¿Quién teme a Virginia Woolf?.
5. La chica de rosa (1986)
La película que hizo madurar a los chicos anclados en la friendzone. Molly Ringwald resume el dilema adolescente en los ochenta con su personaje de Andie, quien se debate entre Duckie, su mejor amigo, claramente enamorado de ella, y Blane, el pijo popular que nos cae mal a todos. La magia de John Hughes en La chica de rosa es que no toma las decisiones esperables, abordando las diferencias de clase social, los dos mundos diferentes de la Norteamérica residencial es un nuevo obstáculo romántico que, ahora visto con un tratamiento un tanto ingenuo y desfasado, le da una vuelta al cuento de hadas de princesas, príncipes azules, y de amigos que de verdad lo son.
6. Dirty Dancing (1987)
La química de Jennifer Grey y Patrick Swayze sigue funcionando décadas después como principal combustible del dilema de Baby, que tiene que elegir entre Robbie, que representa su mundo de privilegios, y Johnny, el instructor de baile que le enseña mucho más que a moverse al ritmo de la música. Este, el chico malo con fondo noble, transforma a Baby de niña rica a mujer independiente en medio del mundo de la danza, que tiene su punto obvio de reflejo del despertar sexual, pero también es un símbolo de ruptura con las convenciones sociales en una época que el cine lo reflejaba de esa forma, tanto en Dirty Dancing como en Flashdance o Footloose.
7. Bocados de realidad (1994)
Antes de dirigir Separación, Ben Stiller rodó y protagonizó la película que reflejaba parte de las ansiedades sociales de la Generación X a través de una dramedia romántica en la que Winona Ryder está dividida entre Troy, un artista bohemio e inmaduro, y Michael, un ejecutivo ambicioso. Ethan Hawke bordó al joven rebelde pero inmovilista de la época y Stiller, a un yuppie muy alejado de sus clásicos payasetes. Opciones irreconciliables en un momento vital en el que las decisiones amorosas parecían sentenciar lo que habría de llegar en la vida, dentro de un contexto generacional que hoy se codifica más utilitarismo e individualismo. La BSO de Bocados de realidad sigue siendo un hito generacional.
8. Titanic (1997)
El naufragio del Titanic funciona como una onda expansiva de la tragedia real que acontece en el triángulo amoroso más taquillero de la historia: Rose realmente no puede elegir entre Cal, su prometido adinerado, y Jack, el artista bohemio sin un duro, aunque tenga claro a quién prefiere. Las convenciones sociales atan a todos demasiado en corto y se convierten un iceberg. James Cameron sabía exactamente qué botones emocionales tocar en medio de su gran espectáculo de catástrofes, refinando cada detalle, hasta el casting perfecto; Leonardo DiCaprio y Kate Winslet tenían una química natural y Billy Zane era experto en crear villanos detestables.
9. Moulin Rouge (2001)
Uno de los espectáculos musicales más delirantes de este siglo, con el director Baz Luhrmann en modo desatado con su estilo visual anárquico, convirtiendo cada número en un manifiesto kitsch, una oda a la exageración en la que música contemporánea cuenta una historia de amor atemporal: la cortesana que debe elegir entre el latido honesto en el corazón y el dinero. En Moulin Rouge, Nicole Kidman es una artista con tuberculosis que se niega a ser víctima de las circunstancias, Ewan McGregor el poeta sin un duro pero encantador y Richard Roxburgh, el duque, la encarnación del poder sin escrúpulos.
10. El diario de Bridget Jones (2001)
Helen Fielding escribió una actualización de Orgullo y prejuicio ambientada en el Londres de los noventa, y Sharon Maguire la llevó al cine con Renée Zellweger como una mujer que debe elegir entre Daniel Cleaver, un tipo encantador pero poco fiable—con la cara de Hugh Grant—, y Mark Darcy, un señor serio, aparentemente arrogante, pero en el fondo decente—un Colin Firth repitiendo personaje y apellido de la adaptación de Jane Austen—. El diario de Bridget Jones, y sus secuelas, se sustentan sobre un triángulo que representa una disyuntiva tan real como la vida misma, la pasión inmediata pero sin garantías frente a la compatibilidad mutua a largo plazo.
11. Y tu mamá también (2001)
Entre todos estos triángulos nos falta uno sobre ruedas, una road movie para hablar de la amistad, el deseo y el paso del tiempo en el viaje de Julio y Tenoch, Gael García Bernal y Diego Luna, dos amigos de toda la vida que invitan a Luisa, la esposa de un primo mayor, a acompañarlos en su aventura. Maribel Verdú es una mujer que busca redescubrir la vida antes de enfrentarse a su propia crisis personal, lo que lleva a una serie de encuentros sexuales que Alfonso Cuarón convierte en momentos de revelación emocional. Y tu mamá también riega de erotismo y melancolía una historia de amor donde también juega su baza el factor de la clase social en México, aunque también esté hablando de la mortalidad y el fin de la inocencia.
12. Soñadores (2003)
El París del 68 según Bernardo Bertolucci, un despertar sexual cargado de política, en el que Matthew, un estudiante estadounidense, se queda a vivir con los hermanos gemelos Théo e Isabelle durante las revueltas estudiantiles de la capital francesa. Eva Green impresionó al mundo con su magnética Isabelle, el centro de un triángulo que explora la frontera difusa entre el amor fraternal y el romántico. En Soñadores, la Nouvelle Vague se reformulaba en medio de pasiones juveniles e idealismo social, un retrato generacional tórrido con la cinefilia como telón de fondo.
13. Crepúsculo (2008)
Muchas adolescentes de la generación millenial crecieron viendo año tras año cómo evolucionaba el folletín vampírico adolescente-mormón más famoso de la gran pantalla: Bella debe elegir entre Edward, el chupasangre atormentado, y Jacob, el hombre lobo guardián. Crepúsculo solo empezaba una historia desarrollada en muchas secuelas en las que Kristen Stewart era una adolescente confusa, en medio de fuerzas sobrenaturales que representan la atracción hacia lo peligroso o lo seguro, el blanquito de familia con pedigrí o musculitos con brazos protectores y una bestia dentro. La alegoría de la escritora Stephenie Meyer no era muy sutil, no.
14. Rivales (2024)
Luca Guadagnino adaptaba la novela de Taylor Jenkins Reid con un triángulo amoroso en diferentes estratos temporales en los que Tashi, Art y Patrick mantienen una relación compleja durante más de una década, con el tenis profesional como telón de fondo. En Rivales, Zendaya interpreta a una mujer que entiende perfectamente su poder sobre los dos hombres y lo aprovecha, creando una competencia que desafía la amistad masculina a través de la ambición, y el deporte es el carburante mismo de las dinámicas de poder, donde los partidos se convierten en batallas emocionales también fuera de la pista.
Dónde ver los mejores triángulos amorosos del cine
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