Ash (2025)

Es un formato de película muy inusual. No es el tipo de trama tradicional. [Aaron] me permitió llegar a estos lugares de vulnerabilidad, para hacerla dimensional y confusa. De nuevo, nuestra identidad se basa en recuerdos y una vez que los borras pierdes el propósito de la vida y eso permite que la mente divague, y eso es lo que se convierte en la parte del thriller psicológico de la película.

Flying Lotus dirige y pone la banda sonora a esta odisea (mental) en el espacio, supervivencia a contrarreloj que también se ha comparado con la culpa de ‘Misión a Marte’: una matanza, un fenómeno celestial y una invasión parasítica. La gozaréis más quienes no temáis a la presión atmosférica, ni a las salpicadas gore, ni a la falta de explicaciones, es decir, a quienes os vaya el pulp. Qué sirva para reivindicar a dos nombres de reparto, pues Eiza González y Aaron Paul se llevan la palma.

Como si fuera una mezcla de La cosa, de John Carpenter, y de Alien, quizás más el de Fede Álvarez, pero con una Ripley latina bajo la escafandra de Eiza Gonzalez, Ash se plantea como una de terror minimalista, con una sugerente puesta en escena –también a nivel musical, Flying Lotus, su director, ha compuesto la banda sonora– en el espacio exterior que empieza por el final, cuando todos los integrantes de una estación espacial en un lejano planeta ya han sido masacrados. La desmemoriada Gonzalez irá recomponiendo el sangriento puzzle...